Rasgos de nuestra
espiritualidad
Desde el Corazón de Jesús


Eucarístía


Sagrado Corazón


Devoción a la Virgen María


Vocación Angélica
Eucaristía
En nuestra Congregación, desde sus mismos orígenes, ha tenido una gran importancia la adoración nocturna al Santísimo Sacramento, como comunión con los sufrimientos de Jesús que perdura en quienes sufren hoy. Fieles a nuestra viva tradición, hemos de vivir cuidadosamente este rasgo de nuestra espiritualidad.
Eucaristía
En nuestra Congregación, desde sus mismos orígenes, ha tenido una gran importancia la adoración nocturna al Santísimo Sacramento, como comunión con los sufrimientos de Jesús que perdura en quienes sufren hoy. Fieles a nuestra viva tradición, hemos de vivir cuidadosamente este rasgo de nuestra espiritualidad.
El Sagrado Corazón
Toda nuestra espiritualidad se centra en el Corazón de Jesús, es decir, en su amor al Padre y a los hermanos, y brota de Él como de raíz viva y perenne. Son rasgos esenciales de nuestra espiritualidad, como fruto y exigencia de nuestro carisma, en cuanto Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Ángeles.
La configuración real y progresiva con Cristo en el misterio de su Amor a Dios y a los hombres, simbolizado en su Corazón: creyendo en ese amor, dejándonos amar por Él y amando con su mismo amor misericordioso a todos, especialmente a nuestras hermanas y a las personas necesitadas, destinatarias de nuestro servicio apostólico.
El Sagrado Corazón
Toda nuestra espiritualidad se centra en el Corazón de Jesús, es decir, en su amor al Padre y a los hermanos, y brota de Él como de raíz viva y perenne. Son rasgos esenciales de nuestra espiritualidad, como fruto y exigencia de nuestro carisma, en cuanto Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Ángeles.
La configuración real y progresiva con Cristo en el misterio de su Amor a Dios y a los hombres, simbolizado en su Corazón: creyendo en ese amor, dejándonos amar por Él y amando con su mismo amor misericordioso a todos, especialmente a nuestras hermanas y a las personas necesitadas, destinatarias de nuestro servicio apostólico.
La Virgen María
La Virgen María es la perfecta cristiana, la discípula y la fiel seguidora de su Hijo. Ella misma «se consagró enteramente, como esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, subordinada a Él y juntamente con Él, sirviendo con la gracia de Dios omnipotente al misterio de la redención». En docilidad activa al Espíritu Santo, adoptó el mismo estilo de vida de Jesús, viviendo en plenitud su mismo misterio de castidad, pobreza y obediencia. Por eso es modelo perfecto de nuestra vida consagrada y garantía eficaz de nuestra fidelidad.
La Virgen María
La Virgen María es la perfecta cristiana, la discípula y la fiel seguidora de su Hijo. Ella misma «se consagró enteramente, como esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, subordinada a Él y juntamente con Él, sirviendo con la gracia de Dios omnipotente al misterio de la redención». En docilidad activa al Espíritu Santo, adoptó el mismo estilo de vida de Jesús, viviendo en plenitud su mismo misterio de castidad, pobreza y obediencia. Por eso es modelo perfecto de nuestra vida consagrada y garantía eficaz de nuestra fidelidad.


Vocación Angélica
La entrega total de nosotras mismas a Dios y a la Iglesia en favor de todos los hombres y mujeres, especialmente de las personas quienes se encuentran en soledad. El espíritu de contemplación y de servicio, a ejemplo de los santos Ángeles, en el ejercicio de nuestro apostolado, viviendo una actitud contemplativa en medio de la acción apostólica.
Vocación Angélica
La entrega total de nosotras mismas a Dios y a la Iglesia en favor de todos los hombres y mujeres, especialmente de las personas quienes se encuentran en soledad. El espíritu de contemplación y de servicio, a ejemplo de los santos Ángeles, en el ejercicio de nuestro apostolado, viviendo una actitud contemplativa en medio de la acción apostólica.